«Cuando trates con el agua consulta primero la práctica, y luego la teoría» (Leonardo Da Vinci)
Por: BFRP. Olivia García (Consultora certificada del Centro Bach)

Cada partícula que nos constituye posee determinada frecuencia vibratoria. Esta es medible desde que se inventaron aparatos sofisticados  como frecuencímetros y osciloscopios, utilizados tanto para medir como para generar ondas, frecuencias y amplitudes eléctricas provenientes de la naturaleza. Desde pequeños en nuestras asignaturas escolares obtuvimos conocimientos incipientes sobre el tema, vimos ilustraciones que reflejaban el paso de esas poderosas corrientes a través de tubos de hierro, cables de acero, etc para encender la luz de un hogar, prender la lavadora, activar un semáforo entre otras cosas. Todo aquello nos pareció lógico pues estaba explicado en los libros complementado con dibujos que lo reforzaban. Entonces entendimos que las virtudes de la naturaleza pueden ser captadas, transformadas para ponerse al servicio del hombre en la obtención de orden, comodidades y seguridades.

Ahora que se ha puesto tan de moda el tema de la medicina alternativa basada en emisiones energéticas o vibracionales, parte de la comunidad científica ha desacreditado sus efectos sobre la salud aún cuando años antes fueron dentro del mismo gremio quienes descubrieron la energía presente en la materia. Parece que se les olvidó, o ciertos intereses les hicieron olvidar los principios de la física. Cuando se habla de salud unos prefieren callar, otros publicar en revistas o diarios internacionales que se trata de efectos placebo o tomaduras de pelo, sin tomarse la molestia de criticar con argumentos su negativa. Sin embargo, a pesar de la difamación que se ha hecho sobre el tema hay profesionistas éticos que han ido contracorriente dentro de sus círculos de investigación poniendo en la mesa la efectividad energética contenida en la materia prima que constituyen a las medicinas alternativas o complementarias, como lo sería la homeopatía, los aceites esenciales y las flores de Bach por mencionar algunos ejemplos.

Para hablar de los efectos reales de la medicina alternativa o complementaria sobre el cuerpo, la mente y emoción humanas abordaré de forma general los principios de las que mencioné. En el caso de la homeopatía, su precursor fue el Dr. Hahnemann, sus estudios y resultados se pueden encontrar en enlaces fidedignos por internet. El principio de estos remedios reside en la potenciación de una porción de materia del reino vegetal, animal o mineral, que en múltiples diluciones obtiene su efecto positivo manifestado en estimular la fuerza de autorregulación del organismo para sanar. La dilución correspondería en atender diferentes síntomas e intensidad de la enfermedad en el paciente por lo que su tratamiento resulta un proceso individual atendiendo a una totalidad de síntomas en conjunto. La terapia entonces se basa en el enfermo y no en la enfermedad.

El Doctor Luc Montagnier virólogo francés que ganó el Premio Nobel de Medicina en el año 2008 por descubrir el virus del VIH, al año siguiente de su premiación comprobó (a pesar de las duras críticas del gremio) que después de hacer varias diluciones de la planta (medicina) sus señales electromagnéticas quedaban registradas en el agua modificando su estructura, su ADN. El gran aporte del Dr. Montaigner apunta a una nueva forma de entender la medicina entrelazándola con teorías de la física y la biología que irónicamente nos remiten a formas de sanación milenarias por su carácter holístico.

Así como el Dr. Montagnier, otros destacados científicos, como el Dr. Benveniste (2004) o el Dr. Josephson (2011) han coincidido en reconocer la eficacia de los remedios homeopáticos a partir de las modificaciones en su estructura, no a las moléculas de la planta en el agua, lo que se conoce de forma experimental como la “memoria del agua”. A partir de este principio, si el ser humano está conformado en un 70% de este vital líquido imaginemos el grado de transformaciones que se llegan a presentar en el organismo cuando se ingieren los remedios.

En ese mismo sentido, apuntando hacia la sabia naturaleza, nos encontramos con otros ejemplares maravillosos capaces de demostrar su eficacia a través de sus frecuencias energéticas. El uso los aceites esenciales se remonta a prácticas de civilizaciones antiguas como la Egipcia y la Romana utilizadas para equilibrar el cuerpo, la mente y el espíritu, que con el tiempo se han bautizado con el nombre de terapias complementarias, demostrando su función integral. Tal es el caso de la disciplina llamada Aromaterapia, nombre acuñado por el Dr. René Maurice Gattefosé quien en este siglo XXI aportó evidencias sobre la regeneración celular y las propiedades terapéuticas que las plantas, flores, raíces, etc… a través de sus aceites esenciales proveen al ser humano.

Investigadores del CENIVAM (2009), otros más de México (2017) han elaborado un centenar de estudios que demuestran cómo es que los componentes químicos llamados metabolitos secundarios, plasmados en los canales secretores de las plantas y ubicados en sus ramas, hojas, flores, follajes etcétera, son los que contienen la información vital de la planta, y los responsables de que ésta se pueda comunicar con su entorno, ya sea con otras plantas, insectos, mamíferos, aves y seres humanos a través del aire. Al medir la frecuencia energética de los metabolitos de la planta se han reflejado variaciones de acuerdo a su genética, ubicación geográfica y especie. Por ejemplo, ahora se sabe que la rosa tiene una frecuencia de medición de 320MHz, la lavanda de 118MHz y la menta de 78MHz, por mencionar algunas. El humano normalmente oscila entre los 62 y 68MHz.

Los Hertz son una medida nombrada por Heinrich Hertz en 1887 para probar la existencia de las ondas electromagnéticas. La tecnología de hoy en día la emplea para conocer el grado de electricidad que posee un cuerpo, cualquiera que sea. Por lo tanto se utiliza para comprobar su transmisión así como evidenciar sus resultados. En el caso de las plantas, de las flores y en general de cualquier ser vivo podemos detectar el nivel de frecuencia que tiene así como la transferencia de ondas que emana hacia otros organismos. El canal de transmisión varía de acuerdo a la función que se quiera lograr, pues en el caso de las plantas será por sus compuestos químicos a través del aire; de forma oral, si se ingiere; u olfativa si se aspira. En el caso de las flores, la información genética de la misma, queda plasmada en las moléculas del agua y es por medio oral o tópico que se transfiere al organismo de otro cuerpo.

 Al Dr. Hahnemann lo siguió durante un tiempo otro bacteriólogo inglés llamado Edward Bach. Coincidió con el homeópata en el sentido de que no se podría tratar la enfermedad sin tomar en cuenta al enfermo en su totalidad. Bach creó cierto tipo de vacunas para tratar enfermedades específicas y crónicas, logrando categorizarlas bajo ciertos tipos de personalidad de los pacientes. Sin embargo, Bach apostaba por “remedios más puros y menos dependientes de los productos de la enfermedad. Empezó a recolectar plantas y en particular flores –la parte más desarrollada de una planta- con la esperanza de reemplazar los nosodes con una serie de remedios más suaves” (Bach Centre, 2017)

Bach deseaba obtener remedios de organismos más puros, inofensivos, sutiles desde el principio, que consideraran integrales en el ser humano, retomando los planteamientos de Hahnemann, y previo a él, Paracelso. Fue así que diseñó un sistema de curación compuesto por 38 remedios que actuarían directo en el aspecto energético de los organismos para desbloquearlos permitiéndoles el paso a las virtudes de dichos elementos. Energía de sanación de nuevo, pero esta vez con una metodología sencilla que consistía en dejar el remedio reposar en el agua, sin diluir, ni manipular para permitir que su vibración modificara la estructura del organismo con la información recibida del remedio.

“La acción de estos remedios es la de elevar nuestras vibraciones y abrir nuestros canales para lograr la recepción de nuestro ser espiritual; inundar nuestras naturalezas con la virtud particular que necesitamos, y eliminar el defecto que nos causa daño” (pág. 15, Bach). Con esta afirmación el Dr. Bach reforzaba la idea integral de la emoción que subyace cualquier enfermedad física, del vínculo estrecho entre el alma, la personalidad y el estado mental que en desequilibrio propician desajustes en la salud. De esa forma los 38 remedios que componen el sistema floral que lleva su nombre atienden de forma directa y sin escalas el interior del individuo potenciando su capacidad de autoconocimiento y auto sanación.

La energía solo necesita un medio para poder canalizarse de un cuerpo a otro, y se materializa en alguno de los cuatro elementos que nos rodean, por medio de la tierra, el agua, el fuego o el aire. En el caso de terapias medicinales ancestrales en las que el propio cuerpo es fuente de energía y por ejemplo se imponen las manos, se realizan meditaciones, o se ejecutan ciertas posturas, la energía se transmite a través del aire en donde quedan registradas las ondas vibracionales que se conectan al otro a través de la piel viajando hacia tejidos, órganos, células, etc…, activando determinadas frecuencias que se reflejan de inmediato en estados emocionales, mentales y físicos.

El simple contacto entre miradas produce estímulos a nivel cerebral, activa neuronas encargadas de segregar hormonas estimulantes del sistema nervioso central enviándonos señales de alerta o placenteras. Si una mirada es capaz de producir esta cadena de reacciones, ¿Qué no podrán hacer el resto de nuestros órganos a partir de la estimulación del cerebro? Estimulación que nosotros mismos podemos ejercitar con un sinfín de acciones, comenzando con reconocer nuestro entorno, reconectarnos a la naturaleza y a nuestra propia esencia.

La medicina alternativa como una potente herramienta para encaminarnos hacia allá, hacia un estado de conocimiento pleno al interior, o intuición que eventualmente se refleje hacia afuera. La meditación, las flores de Bach, las terapias energéticas, el arte, la naturaleza, entre otras opciones como guías para alcanzar el despertar de nuestra conciencia. Habremos de darle una oportunidad primero a la práctica y luego a la teoría como decía Da Vinci no solo al agua, sino a todo lo concerniente a la vida, a la naturaleza, al cosmos, al humano pues ningún libro se ha escrito por sí solo, y hay teorías que han resultado incluso contradictorias al pasar los años. Paradigmas intocables desplazados a medida que se comprueban saberes que parecían absurdos al principio. Y aunque el presente artículo se redactó con la finalidad de dar argumentos para validar el terreno de lo alternativo, nada mejor que comprobar con los propios sentidos, con la sabiduría interna todo lo que podemos llegar a ser y a transformar.

Bibliografía.

Avello, Marce et. al. Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas. Vol.5, núm 4, julio 2006. doi: http://www.redalyc.org/pdf/856/85650406.pdf
Bach, Edward (1983). Ustedes provocan su propio sufrimiento. doi:
Entrevista a especialista en Química botánica, Dr. Marco Antonio Sosa Martínez (Guadalajara, Jal. 19-02-2017)
Entrevista a especialista en Ingeniería Eléctrica, el Ing. Carlos Spínola (Tlajomulco de Zúñiga, Jal. 07-03-2017)
Entrevista a licenciado en Homeopatía, LH Juan José Escobar Navarro (Tlaquepaque Jalisco, 20- 06-2017)
Gaia. Ciencia detrás del por qué los aceites esenciales tienen el poder de sanar. doi: https://gaia.com/lp/content/science-behind-why-essential-oils-have-power-to-heal/
Gunnsteinsdottir, Hrund (Director) 2016. Inn Saei (Documental). Alemania. (Disponible en Netflix)
Stashensko, Elena. Aceites Esenciales. CENIVAM (Centro Nacional de Investigaciones para la Agroindustrialización de Especies Vegetales Aromáticas y Medicinales Tropicales) doi: http://cenivam.uis.edu.co/cenivam/documentos/libros/1.pdf